sábado, 8 de noviembre de 2025

Hace falta valor

 


"Ten ánimo, sé valiente, espera en el Señor". Este es el versículo final del salmo 26. Esta sencilla frase siempre me ha tocado por dentro, por eso he seleccionado el título para esta entrada. La esperanza es lo último que se pierde, dice el refrán, pero ¿para qué la queremos, si la dejamos para el final? Es de suponer que es uno de los motores de la vida que se necesita desde el principio. No se trata de quedarse esperando, eso es una espera, que sí es lo último que nos queda. Pero para la esperanza hace falta primero ser valiente y, además, mantener el ánimo según lo define el salmo. Es una descripción que sirve perfectamente para ateos, creyentes, humanistas o militantes de cualquier causa noble. La esperanza es un principio activo en sí y hoy en día nos la están poniendo al precio de las angulas en navidad. 


Es difícil hacerse a la idea de que los movimientos políticos estén volviendo atrás hacia los totalitarismos o al autoritarismo, por decirlo más suave. Uno está intentando favorecer iniciativas o propuestas sociales que mejoren o posibiliten una vida digna para la mayor parte del personal, mientras tiene en el horizonte esos nubarrones ultras que pretenden tragarse todo aquello que suene a ayudas, a oportunidades y servicios públicos, a iniciativas ecologistas o preocupaciones por las consecuencias del inminente cambio climático. Negacionistas, como les llaman, que pueden estar a medio paso de hacerse con gran parte de los gobiernos. Para ejemplo los energúmenos que a nivel mundial están jugando con la vida de las personas, incluso de los menores, como si no tuvieran el menor valor y fueran fichas de una partida a ver quién es más poderoso. 


Si miramos hacia atrás nos encontramos con unas generaciones jóvenes a las que se les niega sistemáticamente la posibilidad de hacer su propia vida a través de trabajos en malas condiciones, con sueldos de pobreza y sin poder hacerse ni con un cuchitril mínimamente digno para vivir. Sin embargo, hay estudios y, sin necesidad de ellos, se puede percibir, que cada día aumenta la proporción de jóvenes que apoyan esas opciones ultras. 

Si giramos la mirada para el otro lado, vemos una población entrada en años que va in crescendo sin querer ser consciente que, con mayor o menor distancia, están acercándose a la puerta de salida. A su costa se está montando toda una industria de viajes, salidas, gimnasios y demás actividades encaminadas a aprovechar ese tramo final en el mejor estado de salud y lo más distraídos posible.


Como en el resto de la sociedad, es una parte minoritaria la que está haciendo de la jubilación activa un aporte de experiencia, de creatividad o de reivindicaciones por una mejora social y comunitaria. Mira por dónde esta minoría es la que demuestra ser valiente y tener el ánimo necesario para perseverar en sus intentos y en su entrega a las causas de solidaridad y justicia que les mueven. Aquí se encuentra la esperanza, en medio de esa gente que es consciente de que es algo minúsculo, pero no ceja de sembrar o de crear redes solidarias y comunitarias. En efecto... ¡hace falta valor! Va por ellas y ellos.

viernes, 7 de noviembre de 2025

Asco y desilusión de ser hombre


He hecho alusión en el título a las palabras de Dámaso Alonso, uno de mis poetas de referencia, en su presentación de Hijos de la Ira, porque en estos momentos me siento igual que él: lleno de asco por la estéril injusticia que se exhibe delante de todos y desilusión de ser hombre a la luz de lo que estamos comprobando que es capaz de hacer un ser humano.
Hace poco tiempo escuché en la radio una noticia que me dejó la sangre hirviendo de indignación y, a la vez, con ganas de llorar de impotencia. Unos soldados israelíes abaten en Cisjordania a un adolescente con la primera disculpa que se les pueda ocurrir, supongo, un guerrillero o algo así del que necesitaban defenderse. Cae herido y lo que se les ocurre es bloquear el lugar para que no pueda entrar ninguna ayuda. Le dejan allí hasta que muere desangrado. Es incalculable la bajeza humana de gente así que se cree superior y omnipotente y deshumaniza a la víctima, por lo que se siente en pleno derecho de hacerle lo que sea. Además de matar a discreción tuvieron el sadismo de procurar que no tuviera la posibilidad de poder curar sus heridas, más aún, le dejaron morir disfrutando de su agonía porque, aunque parezca cruel, hubiera sido mejor darle el tiro de gracia, ya que lo querían matar, para que no sufriera inútilmente. Al parecer no se privaron del gusto de verle morir poco a poco, para que se enteren esa gentuza de palestinos de lo que son capaces de hacer.


Además de la destrucción sistemática de la tierra palestina, de asesinar  a civiles y menores cuando están en las colas del hambre, de arrasar hospitales y campos de refugio, de tener a les de personas vagando de un sitio a otro de su país sin tener refugio en ninguna parte... nos enteramos de hechos como éste en el que queda claro lo que es capaz de hacer, no solo un gobierno o un ejército, sino también un ser humano con las armas de fuego y las del odio o el desprecio por la vida de un crío. Igual ha cometido el pecado de tirarles una piedra o de insultarles o ni eso, pero su odio a esos militares está más que justificado: echaron de su tierra a sus abuelos, a sus padres les quitaron sus casas y los recluyeron en campos de refugiados y ellos han nacido ahí en tierra de nadie, sin derecho a nada suyo ni a tener una vida propia.


Me gustaría ver si esos mismos soldados o sus mandos luego van a su sinagoga a hacer las oraciones y a cantar sus himnos, como quien está sintiendo que hace la voluntad de Yahveh, porque así recuperan la tierra que dio a sus padres, a la vez que le dan gracias porque les ha posibilitado ser más fuertes que sus enemigos. Es repugnante y deprimente asistir a un genocidio cruel sin que nadie se levante en contra y, por si fuera poco, sus autoridades  tengan la desfachatez de erigirse en el lado correcto de la historia y denigren a los que osen alzar la voz contra ellos.

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Lunes de senderismo 50

 


3 de noviembre volvemos a Plentzia un grupo de 29 senderistas. Repetimos la ruta, pero esta vez se trata de una salida oficial en la que queremos hacer partícipes de este estupendo paseo a los otros grupos.  Nos toca esperar el metro un buen rato, lo que explica que para próximas ediciones habrá que mejorar la convocatoria y adelantarla para poder coger el metro de las nueve en punto. Hemos disfrutado de un día magnífico. Fresquito por la mañana y luego sol en abundancia. De hecho a la hora del piscolabis la mayoría optó por hacerlo al sol y no en los bancos de la sombra. Durante todo el trayecto el grupo ha estado muy dispersado y alargado. Hemos contado hoy con el eterno espía del grupo de los martes, que quería aprenderse bien el camino para guiar mañana a su grupo. Iniciamos la marcha paseando por el muelle y el puerto de Plentzia y luego por el paseo de Gorliz hasta afrontar la subida al faro. Se volvió a producir la decepción de encontrar los baños públicos de la playa cerrados, así que se ha tenido más remedio que mantener los métodos habituales de alivio. 


Me he adelantando al grupo para pedir en la granja que nos abran el portón que da paso al camino de hierba que se dirige a Fano. Un joven muy amable se ha adelantado a abrirlo, lo mismo que un segundo, que no conocíamos porque han sustituido a la alambrada que vimos en la anterior ocasión. Ya desde aquí se han vuelto a escuchar las famosas llamadas a comer el hamaiketako. Después de pasar un tramo estrecho, algo barroso y lleno de vegetación, desembocamos en una amplia pista que nos ha llevado hasta Fano Bidea. En una de sus curvas se ha quedado el personal impresionado por el espectacular panorama que se veía. Con una pequeña desviación nos hemos parado a papear y a hacer la foto de rigor, que costó lo suyo porque un buen grupo no tenía ganas de moverse y otras estaban en el alicatado.


Retomamos la marcha recorriendo Fano Bidea, una pista amplia medio asfaltada pero sumergida en  un encinar precioso. Esta termina al tener que cruzar la carretera que sube de Armintza, entrando en terrenos de Lemoiz, que nos recibe con un tramo bien empinado en medio de casas de cierta categoría y algún que otro caserío. Cuando se los deja atrás, sale a la derecha un camino que hacía servicio a los trabajos de monte un tanto embarrado, que va descendiendo hasta la carretera de Andrakas. A mitad del descenso tuvimos la posibilidad de contemplar otra visión de Gorliz y la bahía, pero no mucho porque no se podía quitar la vista del suelo. Al terminar nos dedicamos quitar barro de los zapatos a base de hierba húmeda.


Allí mismo, nada más cruzar arranca una carreterita de servicio a los caseríos, que de paso nos abre el panorama de la zona denominada Abanico de Plentzia, plagada de abundantes y variados chalets. Después de un sube y baja ya desembocamos en una calle perfectamente urbanizada rodeada por ambas manos de una enorme incontinencia arquitectónica. Es como si hubiera habido un concurso de a ver quién ponía el edificio más exquisito o más rompedor y el resultado era realmente chocante. Perdimos el metro por dos minutos, así que estuvimos calentando los bancos de la estación un buen rato. Esto es como aquel que llegaba a casa descompuesto y decía que era el último vino el que le había sentado mal, queriendo ocultar los que habían caído antes. En fin, en Erandio bajaron diez, ya se sabe a qué, y el resto nos fuimos apeando a lo largo de las cuatro estaciones de Barakaldo.  


                                  

domingo, 2 de noviembre de 2025

La indecencia en política


El que haya políticos indecentes o impresentables viene en el folleto de instrucciones de la política. A parte de los casos internacionales más sonados por su despotismo y sus decisiones destructivas de los fundamentos sociales y de miles de afectados, hay algunos ejemplares domésticos que nos están martilleando en los oídos y en la vista hasta la saciedad en estos días. Pongamos, por empezar con uno, el tal Mazón que, no se sabe cómo es posible, aún sigue siendo presidente de la comunidad valenciana. Después de haber sido un irresponsable y un caradura al no estar al frente de las decisiones a tomar en la famosa dana, se dedicó a echar la culpa al gobierno y a las administraciones estatales. Se ha agarrado al bracete de VOX y no se ha cortado un pelo para aceptar imposiciones ultras con tal de sacar unos presupuestos. Ha seguido mintiendo y, para más inri, resulta que su partido nacional le ha jaleado. Ha ignorado y desprestigiado a las familias de las víctimas, se ha puesto el chubasquero ante las continuas manifestaciones ciudadanas... y hoy nos sale en un discurso con que algo salió mal, pero lejos de decir por dónde hay que tirar para superarlo, vuelve a echar al tejado de las administraciones centrales la culpa del abandono y de la impotencia posteriores. Y no se le ocurre mejor idea que presentarse en le funeral de las víctimas, conociendo de sobra cómo está su relación con las asociaciones de las mismas.


Cómo se puede aguantar semejante nivel de bajeza humana, como la de este tipo  agarrándose a un cargo a costa de lo que sea. Se le ha pillado -con perdón- cagando y sin papel y aún no se ha limpiado el culo, con que su tufo es ya insufrible no solo para sus paisanos, sino también para el resto de la nación, porque, a parte de las maniobras partidistas, no creo que haya muchos votantes o afines a su partido que no tenga que taparse las narices solo con nombrarle. También quedó manifiesto en aquel momento que el gobierno de esa comunidad estaba en manos de incompetentes, puestos a dedo sin la menor idea de gestión, como su presidente que sí es sumamente experto para maniobrar y hacer chanchullos. Podemos preguntarnos si más gobiernos de ese partido son del mismo pelo.


El otro personaje de una indecencia, ya a nivel vomitivo, es el escapista Puigdemont. Un tipo que ante el hundimiento del barco que capitaneaba, antes de que le llegara el agua, huyó como las ratas en el maletero de un coche y dejó a los suyos que se los tragara el agua. Se ha montado una vida de lujo en el extranjero con el apoyo de sus incondicionales y de una manta de pseudo separatistas que siguen votando a su partido -aún no entiendo por qué- pero a costa del erario público. Ha provocado que se le conceda una amnistía, pero los jueces le han pillado en un fleco que no entraba y tiene que seguir fuera, lo que, de paso, le viene de maravilla para seguir jugando al victimismo y para tomar decisiones a distancia para que sus corifeos le hinchen más su ya descomunal ego. Tuvo la desfachatez de montar un circo en Barcelona apareciendo y desapareciendo para decir hago lo que me da la gana y no me pilláis. Ahora no se sabe bien por qué, se ha erigido en director de la política estatal por aquello de que sus pocos votos son imprescindibles y está dispuesto a echar el gobierno abajo porque le da la gana y así se hace más importante, qué se han creído esos.


También merece un aparte muy importante el "PP-VOX Zirkus", con unos personajes circenses de gran categoría: abogados cristianos, manos limpias, pescadores en las redes -sociales, claro- especialistas en cebos a golpe de bulos y mentiras que de tanto repetirlas quieren que se conviertan en verdades. Entre estos destaca de un modo singular el tal Peinado que, como juez, da un gran empaque al circo aportando números nuevos cada poco, después de presentarse en la Moncloa, citar una legión de gente, pedir grabaciones a troche y moche sin que tengan mucho que ver con lo suyo y ya últimamente en el éxtasis de su originalidad va a meter una denuncia a un periódico porque ha editado una entrevista al ministro de transportes en la que le pone a caldo, más aún, les va a pedir 50.000€ de indemnización, y ,como bien anuncia su apellido, no se le ha movido ni un pelo. Y ya entre lo impresentable, insultante y desquiciante destaca la comisión de no sé qué del senado, faltando al respeto al presidente citado y a los españoles, porque nos han llamado idiotas si pretenden que nos traguemos la sarta de despropósitos que han escupido. Ya no saben qué hacer y han pretendido enumerar sus miserias para hacer ver que también se han producido en los de enfrente. 


¿Qué delito hemos cometido los españoles para merecernos semejantes esperpentos? Como dice mi amigo Emilio para ser funcionario título y oposición, para ser profesor lo mismo, para trabajar de médico título y experiencia... para ser político ser amigo del jefe de turno sin más. Con un  poco de suerte algunos sí tienen estudios, pero puede que lo que estudiaron no tenga nada que ver con las competencias del puesto que le hayan encomendado, como dijo el otro: ¡¡País!!